Centro de Día MIMO para personas mayores

C. Marinero Juan Vizcaino, 36, 30007, Murcia

La importancia de escuchar

Hay momentos en los que las palabras dejan de servir para expresar todo.

Uno se da cuenta tarde, casi sin querer: en mitad de una conversación que no va a ninguna parte, o frente a una persona que te mira esperando algo que no sabes decir.

Durante años hablaste para convencer, para demostrar que entendías el mundo.
Pero un día descubres que las palabras ya no empujan, sólo acompañan.
Que hay un modo distinto de estar: sin decir tanto, oyendo más.

Con el tiempo, la memoria elige caminos caprichosos, deja huecos, ilumina escenas que no sabías que seguían ahí.

Entonces todo se vuelve más claro y difícil a la vez.

Quieres hablar de lo que fuiste, de lo que aún queda dentro, pero comprendes que lo que de verdad necesitas no es hablar, sino que alguien te escuche sin miedo, sin tiempo.

A veces basta con eso: una presencia al otro lado de la mesa, una mano quieta, un silencio que no huye.

Escuchar no cambia nada, pero lo hace soportable.

Te sostiene en una forma de realidad que ya no depende de la prisa ni del ruido.
Escuchar —de verdad, sin corregir, sin escapar— es como encender una luz en medio del invierno. Es darle tiempo al otro.

He aprendido que en los últimos años de la vida no buscamos respuestas, sino eco.
Queremos saber que todavía hay alguien al otro lado.

Alguien que nos permita existir un poco más en su mirada, en su atención.
No para explicarnos, sino para seguir siendo parte del mundo.

Eso es la escucha: el gesto más sencillo y más raro.

Una manera de quedarse cuando todo lo demás empieza a irse.

Y en ese quedarse, en ese callar con respeto, hay una forma de ternura que no se olvida.

Tal vez por eso, en los lugares donde se cuida, la escucha debería ser la primera herramienta y la última palabra.

No se aprende en los libros ni en los cursos. Se aprende estando cerca, viendo cómo alguien se serena cuando por fin se siente entendido.

A veces pienso que cuidar es eso: prestar el oído al corazón del otro hasta que recobra su ritmo.

Y entender, por fin, que en esa música está lo esencial. Que en esos compases está la vida misma por muy silenciosa que parezca.

Compartir en redes sociales

Otras entradas relacionadas

Un psicólogo en un centro de día: ¿qué hago yo aquí?

PROFESIONAL: PABLO AVILÉS La gente a veces me pregunta: “¿Y tú qué haces..

María Carlota Raparaz Asensio. TITA.

Hola Tita, buenas noches. He querido entregarte esta simple disculpa antes de devolverte,..

Pepe

Siempre he sido pastelero. Una parte de mi memoria es harina. La otra..

Contacta con nosotros

Estamos aquí para ayudarte. Si tienes cualquier duda, consulta o quieres más información sobre nuestros servicios, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Estaremos encantados de atenderte.